La rodeaba el mundo mágico que se imaginaba de chica. Ella estaba en el centro. Sus amigos sonreían, su familia la miraba tiernamente.
Y frente a ella, la persona que de repente aparecía en su mente, en sus rezos, cuando se sentía sola. Eran sus antiguas ideas ahora totalmente materializadas en el gran día: el día de la boda de mi hermana.
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso”.
Ella cree plenamente en ese tipo de amor. Ese amor que escucha en la iglesia donde rezaba por encontrar a su alma gemela. Donde le pedía a Dios a alguien como la persona que ahora le toma la mano junto al altar. Jurando amor eterno.
De esos que duran hasta la muerte, o quizás hasta el final de los tiempos.
En primera fila de lado derecho se encuentra su mamá.
En primera fila de lado izquierdo, se encuentra su papá.
Las dos personas que rompieron su promesa de matrimonio, y con ella, un poco del mundo mágico en el que vive mi hermana.
“No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.”
Por eso ella ahora agarra firmemente la mano de la persona que se está convirtiendo en su esposo. No quiere dejar ir. No quiere fallar (es lo que piensa de los matrimonios que se separan: que fallan).
En su mundo mágico no existe el divorcio, solo gente que se ama y que luchan por estar juntos.
En su mundo mágico hay superhéroes. Su papá era uno de ellos, pero le pidió la capa de regreso en el momento en el que él se salió de la casa.
“El amor jamás se extingue, mientras el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el conocimiento desaparecerá.”
Y ahí estaba regocijándose en el mundo de su imaginación. El mundo que la rodeaba en este día.
El lugar estaba adornado con la naturaleza: árboles de la selva maya que hacían juego con el altar de madera y con su trenza rubia en la que colgaban pequeñas flores blancas.
Blancas como su vestido.
Como la camisa de su alma gemela.
“El amor no se deleita en maldad, sino que se regocija con la verdad.”
A las personas que la acompañaban hoy, sus amigos y familia, siempre había contagiado con su mundo mágico. Lo hacía ver tan real, casi se podía sentir.
Pero en el día de su boda sí era real. Si se sentía. En ese mundo mi hermana empezaba el principio del resto de su vida. Tal y como siempre lo había querido.
“…todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
“El amor jamás se extingue, mientras el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.”