El ensayo llega a su fin con las ultimas notas del himno a la alegría, la famosa novena sinfonía de Beethoven, las melodías de los violines, arrulladas por la fuerza del violonchelo, retumban entre las paredes decoradas con notas musicales y viejas partituras que parecen cobrar vida al iluminarse con el sol que se cuela por las ventanas, casi danzando al compás, de la orquesta.