Relato

Como el feminismo salvo mi vida

Como el feminismo salvo mi vida

Itzel Ruiz

@laamarillista

Me gustaría contar mi historia y como es que el feminismo ha salvado mi vida.

Yo no sabía que vivía en relaciones tóxicas hasta que llegue a terapia por uno de mis más grandes traumas en la vida.

Quiero ayudar a mujeres a través de mi escritura, hacerlas saber que no están solas y que entre compañeras nos ayudamos.

Si alguien me hubiera creído en la primera relación tóxica que tuve, yo nunca hubiera permitido que pasará a más.

Mi última relación fue la más tóxica y yo no lo sabía.

Pero un día este hombre me ataco física y psicológicamente.

Fue uno de mis peores días. Después de ello, tarde medio año en darme cuenta que yo tenía estrés post traumático. Decidí ir al psiquiatra y al psicólogo porque los ataques de pánico y la agarafobia se apoderaron de mi. Yo estaba en terapia pero seguía en contacto con el, porque el daño psicológico que me hizo, me hacía creer que tenerlo de enemigo era peor. Hasta que después de año y medio logré bloquearlo de mi vida. Fue ahí donde me refugie en el feminismo y me empoderé. Ahí supe que era más fuerte de lo que pensaba y que no estaba sola, que tenía a muchas mujeres ayudando en esta lucha.

Ahora estoy en el camino de informarme más sobre el feminismo para poder ayudar a más mujeres y cumplir el sueño de ser psicóloga y poder crear una asociación para mujeres que sufren de violencia.


Pintando santos 

Pintando santos

Joselin Cocom

 


El domingo es mi día favorito de la semana, es el día de la cena familiar y aunque hace apenas dos meses que la abuela ya no está, seguimos reuniéndonos mi mamá, papá, la tía Sara y yo. Hoy es domingo y falta poco para que llegue la tía, mientras espero puedo jugar un rato, ansío verla y escuchar alguna de sus historias, es la hermana mayor de mi mamá, es alta, fornida y siempre tiene un paliacate en la cabeza que no deja ver su cabello, nunca la he visto de manera diferente, trabaja en la ciudad y siempre regresa los fines de semana para pintar los santos de la iglesia, pareciera que esos santos nunca se van a terminar de pintar, deben de tener 100 capas de pintura, es bueno saber que difícilmente se van a despintar y todo gracias a mi tía.

Suena la puerta de madera y en ese momento sé que ya llegó, salgo corriendo y me encuentro con mi tía, me abraza, me pregunta cómo estoy y luego se sienta en una silla, todos estamos hambrientos así que mamá acerca la comida y agarramos el perfecto arroz blanco y la carne caliente, mientras comemos noto que la plática no fluye como suele ser, están serios y me preocupa, trato de hacer que hablen preguntándole mi tía como le fue en la ciudad esta semana, ella, menos entusiasta de lo normal me responde con un simple bien, antes habría hablado de los nuevos edificios que se están levantando, las tiendas llenas de cosas que no imagino poder entrar sin perderme, pero aunque no me habló de nada de eso, el “bien” fue suficiente para mi.

Es viernes y ya regreso para el pueblo, la ciudad es ruidosa y me gusta, pero desde que murió mi madre todo cambió, si antes me sentía presionada y fuera de lugar, ahora siento que estoy en un universo diferente y que solo buscando otros seres podré encajar dentro de mis círculos familiares, no es una familia grande, mi hermana y su esposo tienen una pequeña y curiosa niña de 10 años, llena de vida, ganas de saber y de aprender, es toda una aventurera. Cada lugar de la ciudad me recuerda a ella, cada novedad sé que le encantaría, es como si esta ciudad llevara su nombre. Todo esto lo pienso mientras veo cómo se detiene el camión en la estación, solo me queda descansar en casa, no puedo hacer mucho los viernes cuando todo está oscuro, a partir de las ocho de la noche las calles de mi lugar de nacimiento están vacías y las actividades son suspendidas por instinto, llego a la casa de mi difunta que también es mi hogar y me dispongo a dormir, mañana toca pintar en la iglesia, retocar estatuas de santos es una tarea minuciosa y que debe tenerse cuidado para no arruinarlo.

Es sábado y me despierto temprano para ir al mercado a desayunar, llegando me encuentro a mi cuñado, quien parece más serio de la normal “Sara, la gente ha estado hablando de ti” dijo, afortunadamente lo conozco suficiente  para saber qué quiere decir sin tener que dar más información, aún así le pregunté qué es lo que dice la gente, de que hablan, él respondió “Ya sabes, la gente sabe que haces en la ciudad, que escondes, no creo que sea buena idea que sigas yendo a la casa, no quiero que mi hija te tenga como ejemplo” eso no lo veía venir, sé que este hombre es recto, serio y le importa lo que la gente diga, pero recurrir a este acto es algo que no imaginaba, sentí un nudo en la garganta, quise invitarlo a conversar, esa parte racional me decía que quizá platicando nos podríamos entender, en vez de eso solo respondí “Nos vemos mañana” y como pudieron mis pies, caminaron a mi destino, mientras desayunaba me puse a reflexionar que quizá no necesitaba esto, que quizá el pueblo no era lo mejor para mi y que pintar santos no debería ser para siempre.

Mamá terminó de comer y muy seria invitó mi tía a la cocina y a mí a la habitación, aunque lo mío fue más una orden, obedeciendo pero también muy indignada me retiré, la casa no era muy grande entonces podía escuchar los murmullos, sonaban a que estaban enojados, no sé qué está pasando exactamente, solo puedo asegurar que no es bueno, escuchaba la voz de mi papá enojado y era la que más predominaba, mamá casi no hablaba y la tía menos, podía identificar el tono pero no las palabras, no me faltaron las ganas de acercarme y preguntar qué pasaba pero sé que mamá podría volverse loca por esa falta de respeto, me esperé, hasta que en el fondo escuché que me llamaban para despedirme. La tía se despidió y prometió que nos veríamos pronto, espero ansiosa el siguiente domingo.

Ya no volveré a aquel lugar que me vio crecer, pero siendo sincera, creo que es la mejor decisión. La familia decidió alejarme y es respetable, tan respetable como quien soy y como soy, es lo mejor para todos, el único defecto que le encuentro a esto es que no podré ver a mi sobrina otra vez, fuera de eso ya no viviré bajo esa sombra, doy gracias a la mente cerrada de mi cuñado por liberarme y me compadezco de mi hermana por tremendo macho.

10 años después

Después de años luchando por salir de mi casa logré llegar a la ciudad. Una beca universitaria me hizo sentir que aún había oportunidad para mi, no conozco a nadie pero sé que quiero conocer todo, aún recuerdo cuando la tía Sara contaba sus aventuras por estos rumbos, sé que no serán la mismas que yo tendré, el mundo ha cambiado, todo cambio en casa desde que no volvió, mi mamá lloraba por las noches mientras que mi papá solo se quejaba de su llanto, decía en voz alta que era lo mejor mantenerla alejada, nunca supe de sus palabras qué es lo que había pasado, por qué mi papá decidió alejar a mi tía de nosotros, pero bien dicen que la gente sabe y la gente habla, en el pueblo se rumorea que la tía era en palabras de ajenas que era “una machorral”, decían que debajo de ese pañuelo que tenía en la cabeza, ella tenía el cabello corto, algo mal visto en las mujeres dentro de nuestro pequeño círculo, decían que en la ciudad se dedicaba a la mala vida, a los lugares donde hay más gente como ella, que vendía su cuerpo y a la perdición de la religión, a pesar de que se dedicó a arreglar los santos de la iglesia casi la mitad de su vida, nadie lo mencionaba en la parroquia y dudo mucho que rezaran por ella. Dicen también que la abuela sabía de su vida en la ciudad y que la protegía a como dé lugar, pero es solo lo que cuenta la gente. La recuerdo mientras paso por los edificios y hasta que al fin llegó al lugar en donde me quedaré, entro, dejo mis cosas y me decido a descansar después de tanto viaje físico y mental.

Después de una jornada en el museo pude llegar a descansar a mi casa, tengo sueño y poco tiempo para hacer una cena decente, comer fuera es algo a lo que tengo acostumbrado a mi estómago, así que no vendría mal ver qué hay cerca y luego volver a casa a dormir. Este fin de semana será relajado, tan solo un evento del museo, afortunadamente todo el equipo trabaja de manera envidiable, solo quedará disfrutar.

Es sábado y el amanecer resulta familiar, los colores y los pájaros me recuerdan al pueblo, tiene casi 10 años que no piso esas tierras, no me preocupa, tan solo les deseo bien a mi familia, aquí soy feliz, estoy contento y con ganas de continuar.

Sara y su sobrina estaban a menos de un kilómetro y aún así ninguno tenía en mente un encuentro, ella estaba saliendo de su casa, caminando por las calles, saludando a la gente y viendo los enormes edificios en los que sueña trabajar, se sentía por fin libre al igual que su tía, su libertad le tomó 10 años más que a él, pero ambos se sentían realizados en ese momento, en cuanto ella vio un cartel con la cara de su tía supo que el destino se había manifestado, mientras tanto Sara estaba más que emocionada por su proyecto, sus sueños se cumplían y aunque estaba lleno de amigos no tenía a nadie de su familia, solo los recuerdos y la ilusión de que estarían orgullosos; su sobrina ya había entrado al museo, estaba muy nerviosa, más que nunca, pero entusiasmada. Poco a poco se acercaba y veía con admiración todo, pinturas esculturas, infinidad de muestras artísticas y de pronto lo vio, ya era mayor pero podía reconocer a su tía, Sara ya no tenía el mismo aspecto, ahora su cabello ya no tenía el pañuelo, ahora estaba en su mano como si fuese una pulsera, estaba feliz, tenía la sonrisa más grande que su sobrina había visto, la gente decía que vivía la mala vida en esa ciudad, ella en realidad era una artista aunque nunca pudo contarle a su sobrina, al fin había dejado de pintar santos, al fin cruzaron miradas, ambas se acercaron y con un abrazo volvieron a recordar quienes fueron y quienes son ahora.


Las de a mentis

Las de a mentis

Marigaby Martinez


(Juegos interminables dentro de una habitación cerrada)

Culposa

Tengo una grabadora de Hello Kitty, ¿recuerdas? En ella solíamos escuchar mi disco de Shakira los viernes por la tarde, cuando salíamos de la escuela y te venías a la casa con la mochila llena de libros y sin ganas de hacer la tarea. Entre tú y yo todo siempre se trata de juegos, de música llenando vacíos. Mi cuarto era el mundo de lo nuestro, y si algo no ha cambiado en este espacio desde que tengo seis años, es que la grabadora de Hello Kitty sigue aquí. Sigue aquí y es mi posesión más preciada, recordatorio de una vida en tonos rosas y bailes en calzones.

Esta grabadora me ha visto cada día sin falta; te ha visto a ti también:

Rebel rebel, how could they know?

El tik tok  dice que por fin es mi momento, me lo dice entre gritos y solos de guitarras eléctricas. Me lo dice con una cara tan humana pero pegada a la pared; se supone que los relojes se limitan a marcar el paso del tiempo, pero el mío me grita que es hora del Rock and Roll. Amiga, estoy cansada, estoy harta, estoy tirada en mi cama, dejando que los objetos me juzguen. Creo que si un reloj te habla entonces el tiempo ya no existe, pues se supone que no tienen cara, pero ahora de la nada, cara sí tiene. Y me mira, me mira mientras la música sigue sonando, mientras los coros dicen que te siga, me juran que sólo me quedas tú y yo les creo.

A las voces que salen de las bocinas no se les cuestiona.

Me gustaría que en estos momentos mis pensamientos fuesen suficientes, pero no lo son. Necesito de un dios, de esos que se encuentran muy fácil con una grabadora, un par de álbumes o la señal de la radio. Me encanta escuchar a estos dioses murmurar en mi oído que nobody loves you when you're down and out, pero cuando la canción termina, regresa el silencio y una vez más no hay dios en la tierra; estamos solas. Una vez más los ojos del tik tok están muertos y los sentimientos, tan frívolos, ocultos.

Y nosotras de nuevo quietas, nosotras de nuevo no nos miramos,

                          yo a ti, ya no te encuentro.

I've been across the water now so many times

so many times, so many times, so many times.

I've seen the one eyed witch doctor leading the blind

                                                                               leading the blind, leading the blind.

Esto es el trance, lo que va en medio de estar dormida y despierta. Una niebla de canciones me arrastra, me pone ligera, me deja en un estado irreal. Estas voces me hacen pensar que eres real, que lo que siento es, que hay más allá de, pero no es suficiente. Muevo mi mano hacia mi grabadora de Hello Kitty, sin despegar la vista del techo, presiono el next; no es suficiente, el coro se corta por unos segundos y un nuevo dios me susurra:

And you can punch me

And you can break my face

But you won't change the way I feel by

Así es, you will never change the way I feel.

No cambiaré,

no cambiaré, pero sí lo hago. Mi techo es blanco, la música ahora es gris, y Hello Kitty sigue siendo rosa, y es lo único constante, lo único que permanece igual.

I wanna see the sun, blotted out from the sky,

I wanna see it painted, painted, painted, painted black

Me encanta sentir esto, lo que no es mío, lo que he robado. Aquello que no puedo tener, que no sería capaz de encontrar sola, lo que se siente en el vacío. Las canciones cambian y está bien, yo estoy bien, no importa que llevo horas pensando en ti, que he visto al cielo cambiar de colores, he sentido al día pasar como agua por mis dedos, pero decido quedarme quieta, siempre quieta, siempre esperando, siempre metida en mi cabeza, en mi propio trance.

And I remember love without a name.

Ah, ahí están…

las palabras,

esas que te pegan y te tiran aunque no tocan ningún recuerdo, sólo son duras, agrias y se sienten bien. Se siente bien sentirlas, se siente rico verlas sangrar. Eso, ahí están; Love without a name. Venga, canción sin título, dime quién soy y qué es lo que siento, háblame del amor que no he vivido. ¿Cuánto tiempo llevo aquí? Aquí tirada, aquí en el mundo, aquí, ¿dónde? No hay un plan, la idea es seguir en el mundo, ser constante y no dejarme desaparecer, no, no dejarme nunca desaparecer.

Did I miss my chance? Is it too late?

did i, did i, did i, did i miss myself?

Aún recuerdo cuando me compraron la grabadora, cuando la vi y me di cuenta que no iba a salir de la tienda sin ella. Yo ni siquiera tenía CDs, estaba muy pequeña para eso, pero la grabadora simplemente era preciosa. Cuando me la compraron fue el día que se murió el Papa Juan Pablo II, me acuerdo porque mi mamá se echó a llorar toda la noche. Es un recuerdo que en mi mente parece sueño, con las esquinas borrosas y los detalles perdidos, dejando vivo sólo lo que brilla, lo fantástico y bonito, lo que queda cuando los años siguen pasando. Ese día, al tener la grabadora en mis manos, me sentí ganadora. Creí que ahora sí, que todo estaba bien y que todo estaría bien, que podía conseguir lo que yo quisiera señalándole.

Pero no fue así.

No ganamos, ni seguimos ganando, aún existimos en el mismo espacio, los gritos aún resuenan en las paredes. Jamás ganamos. Hoy, con grabadora en mano, veo mi cuarto, veo la cama, veo el techo. Todo es igual pero yo no soy la misma persona, ya no se gana tan fácilmente, ya no se siente el triunfo con el mismo regocijo.

Jamás ganamos.

God is a concept

By which we measure

Our pain

Metete en mí, ajena agonía.

¿Dime, acaso siempre he sido así? Así tan triste, así tan sola. Se siente bien sentirme mal sin ninguna razón. Poner estas pinches canciones que ni entiendo, pretendiendo que hablan de mí, que me hablan a mí, que me dicen algo, que me conoces, que son verdades y no otro tipo de horóscopo que intenta decirme cuál es mi suerte y qué se aproxima.

Duele lindo, ¿sabes?, porque es de a mentis. Como cuando de chica juegas a la casita con tus amigas. No es real. Pretendemos que tú eres la mamá y yo soy el papá y pues nos besamos, porque eso es lo que hacen las mamás y papás. Y como es de juego, de a mentis, y ahorita no soy yo y tú no eres tú, somos él y ella. No es real. No pasa nada.

I just believe in me

And that's reality

The dream is over

                                       the

                         dream

                                           is

                                                       over

What can I say?

The dream is over

Somos algo creado pero al mismo tiempo no, ¿entiendes?, como cuando éramos chiquitas. Sólo que ya no lo somos, chiquitas, sólo nos sentimos y seguimos, siempre,  jugando a las de a mentis. A los 5 años la casita, los besitos de mamá y papá con la manita entre las bocas o sin ella. A los 10 años, canciones de amor llenas de cosas que no entiendo y que ni quiero. A los 13 años, los mensajes que te mandé de broma, los pretextos detrás de mi historial de internet. A los 15 años, el novio de prueba, de a mentis, solo para. A los 17 años, la primera novia, para estar seguros y no sacar decisiones apresuradas. A los 20 años, la caja debajo de la cama, con el candado y la llave sobre la almohada.

Well, I don't want to be a failure mama, I don't want to cry

Well, I don't want to be a soldier mama, I don't want to die 

Mi mamá es muy buena jugando a las de a mentis. Su juego tiene reglas diferentes que el de nosotras. A ella le da miedo que lo diga, que alguien más lo diga, le da miedo decirlo. La entiendo, dan miedo las palabras en voz alta. Apago la música, pues hace rato dejó de sentirse de a mentis. Me toco la cara, estoy llorando y pues genial, todo se puso pesado, se salió de la línea. Eso es lo que pasa con los juegos de a mentis, no lo son. Fea, fea culpa, por un ratito, un segundo.

He's told us not to blow it

He told me:

Let the children lose it

Let the children use it

Let all the children boogie

Estoy cansada de estar en mi cama, cansada de no hacer nada, queriendo perder cada segundo que no sobra, cada segundo que no te sobra.

Tal vez mi cuarto no es del mismo color, pero mi grabadora de Hello Kitty sigue aquí, la misma persona vive aquí, los mismos gritos, las mismas palabras. El reloj me sigue mirando, solo que ahora en silencio y un poco asustado. Eso pasa cuando lloras y te ven, cuando la broma deja de serlo y el aire asfixia a todos por igual. Nada ha cambiado, nada va a cambiar mientras siga jugando. Y nosotras siempre jugaremos, a eso nos dedicamos. Detenidas en el tiempo, perdidas la una sobre la otra. Te hago sentir mal, te hago sentir mal porque puedo, porque no es real, es un juego y sé que lo entiendes, nosotras lo  sabemos, es de mentis, amiga.


La Orquesta de la Cinco de Mayo

La Orquesta de la Cinco de Mayo

Karol Meza Mora

 


El ensayo llega a su fin con las ultimas notas del himno a la alegría, la famosa novena sinfonía de Beethoven, las melodías de los violines, arrulladas por la fuerza del violonchelo, retumban entre las paredes decoradas con notas musicales y viejas partituras que parecen cobrar vida al iluminarse con el sol que se cuela por las ventanas, casi danzando al compás, de la orquesta.


Icarus

Icarus

Lirio Polanco


¿Alguna vez has escuchado sobre Ícaro, aquel muchacho que después de pasar toda su vida encerrado logra escapar de la prisión en la que estuvo toda su vida gracias a un par de alas fabricadas con cera?

¿Conoces su final?, después de sentir el frío viento golpear su rostro y por fin conocer la libertad, se embriagó del éxtasis que le causaba el sentimiento nunca antes experimentado, convirtiendo los frenéticos gritos de su padre, advirtiéndole que no volara tan alto, en susurros inaudibles. Ícaro voló y voló cada vez más alto en busca de sentir más de aquel sentimiento que se le fue negado toda su vida, pero sin darse cuenta subió tanto que rozó el sol, haciendo que sus alas comenzaran a derretirse, llevándolo a caer tan rápido y tan fuerte hacia un fatídico final.

Mi persona entera es una sarcástica analogía sobre Ícaro. Mi cárcel es mi mente, solo conozco la libertad cuando logro callar mis pensamientos y me atrevo a volar tan rápido y tan alto que entro en estado maniático, buscando siempre sentir cada vez más sensaciones, hasta que pierdo el control y mis alas comienzan a desvanecerse, pero no muero, sólo regreso a mi prisión y el ciclo comienza de nuevo.

No sé si sea producto de una falla en mi cerebro o yo autosaboteandome porque en el fondo estoy tan acostumbrada a mis demonios que me da miedo vivir en libertad. Necesito respuestas que sólo yo puedo responder, pero buscar en las heridas del pasado se me hace un acto de crueldad equiparado con el de echarle sal a una babosa y quedarse observando cómo se retuerce o igual de doloroso que pasar hierro al rojo vivo por mi piel.


El día de la boda de mi hermana

El día de la boda de mi hermana

Marielle Cámara


La rodeaba el mundo mágico que se imaginaba de chica. Ella estaba en el centro. Sus amigos sonreían, su familia la miraba tiernamente.

Y frente a ella, la persona que de repente aparecía en su mente, en sus rezos, cuando se sentía sola. Eran sus antiguas ideas ahora totalmente materializadas en el gran día: el día de la boda de mi hermana.

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso”.

Ella cree plenamente en ese tipo de amor. Ese amor que escucha en la iglesia donde rezaba por encontrar a su alma gemela. Donde le pedía a Dios a alguien como la persona que ahora le toma la mano junto al altar. Jurando amor eterno.

De esos que duran hasta la muerte, o quizás hasta el final de los tiempos.

En primera fila de lado derecho se encuentra su mamá.

En primera fila de lado izquierdo, se encuentra su papá.

Las dos personas que rompieron su promesa de matrimonio, y con ella, un poco del mundo mágico en el que vive mi hermana.

“No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.”

Por eso ella ahora agarra firmemente la mano de la persona que se está convirtiendo en su esposo. No quiere dejar ir. No quiere fallar (es lo que piensa de los matrimonios que se separan: que fallan).

En su mundo mágico no existe el divorcio, solo gente que se ama y que luchan por estar juntos.

En su mundo mágico hay superhéroes. Su papá era uno de ellos, pero le pidió la capa de regreso en el momento en el que él se salió de la casa.

“El amor jamás se extingue, mientras el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el conocimiento desaparecerá.”

Y ahí estaba regocijándose en el mundo de su imaginación. El mundo que la rodeaba en este día.

El lugar estaba adornado con la naturaleza: árboles de la selva maya que hacían juego con el altar de madera y con su trenza rubia en la que colgaban pequeñas flores blancas.

Blancas como su vestido.

Como la camisa de su alma gemela.

“El amor no se deleita en maldad, sino que se regocija con la verdad.”

A las personas que la acompañaban hoy, sus amigos y familia, siempre había contagiado con su mundo mágico. Lo hacía ver tan real, casi se podía sentir.

Pero en el día de su boda sí era real. Si se sentía. En ese mundo mi hermana empezaba el principio del resto de su vida. Tal y como siempre lo había querido.

“...todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

“El amor jamás se extingue, mientras el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.”

-Acepto, dice ella.


Maternidades (no se que querrás tú)

Maternidades
(no se que querrás tú)

Marielle Cámara


Te puedo enseñar que todo es mentira, que la norma controla y no es bueno ser parte de ella. Te puedo enseñar a ser diferente y a no dejarte engañar por lo que la gente decidió llamar aleatoriamente “lo normal”. Eso supondría, claro, que te volteen a ver, que te cueste siempre ser tú por el hecho de que nadarías contra corriente…

Pero no se que querrás tú.

Te la puedo poner más fácil entonces. Enseñarte lo que a todo mundo le enseñan, y así tendrás mismos intereses y mismos temas de conversación con todo mundo. Encajarías bien, tendrías varios amigos. Digo, no estarías consciente de lo que hay fuera de tu mundo, pero puede valer la pena por la felicidad y la despreocupación con la que vas a vivir...

Pero no se que querrás tú.

Te puedo enseñar todas las religiones y dejarte que tú escojas la tuya, y si no te gustan, entonces ninguna. Enseñarte desde chiquitx que puedes ser mujer, hombre, gay, lesbiana, bisexual, transgénero, asexual... Te ayudaría a tratar a todxs con el mismo respeto aunque muchas personas se enojarían simplemente por tu existencia y por tu libre manera de expresarte…

Pero no se que querrás tú.

Te puedo educar a mi manera, pero no se si mi manera es tu manera.

Te puedo educar como a mi me hubiera gustado que me hubiera gustado que me eduquen…

Pero no se si es la querrías tú.

Lo peor es que...
no se ni siquiera
si existirás.


Cuestionando(me)

Cuestionando(me)

Marielle Cámara


Últimamente he habitado con un demonio, en estos días que últimamente he estado sola.

Me tomó de sorpresa, nunca anunció su llegada, decidió que este espacio era un lugar cómodo y se sentó con su expresión indiferente y sus mangas arremangadas.

Comenzó a contarme sobre lo absurdo que era el mundo: los sueños, las personas, los ideales, todo. "Este mundo es uno lleno de contradicciones", me dijo al llegar, pasándome el cigarro que no llevaba mucho tiempo de haber encendido, "vaya que ninguno de ustedes sabe realmente de qué trata su existencia, ni logran deducir la torpeza detrás de las creencias de las que tanto se aferran". Aquella noche hablamos hasta altas horas de la madrugada.

Ese fue el comienzo de mis conversaciones con aquel sujeto que lleva ya unas cuántas semanas de huésped. Me ha dado una perspectiva que no tenía y que en otros tiempos más idealistas hubiera juzgado y rechazado inmediatamente. Sin embargo, aquí estoy contemplando mi vida y la de los demás a través de esta nueva mirada. De pronto pienso que mi forma de entender los sueños, por decir algo, ya es tan diferente a lo que era antes que ya ni me siento cómoda llamándolos "sueños". No sé cómo los llamaría, pero de pronto "sueños" suena una palabra caduca, que no le hace representación justa a lo que hoy pienso de ellos.

Desde la visita de este demonio las cosas han cambiado. Yo he cambiado. Después de compartir varios cigarros con él lo he conocido mejor y, creo que he conocido también una parte que no conocía de mí misma.


En defensa del mal gusto

En defensa del mal gusto

María Itzel Mena

 


La verdad nunca tuve miedo a escribir porque escribir es lo que siempre he hecho. Tampoco tuve miedo a los libros, al contrario, sigo pensando que pueden ser refugio, espejo y, si lo necesitas, también pueden ser nave espacial. Por todo eso decidí estudiar literatura y lejos de poner en tela de juicio si fue la decisión correcta o no (porque no tiene sentido hacerle esa clase de preguntas al pasado), es necesario reconocer que una parte de mí casi muere ahí.

El problema es que mis escritos nunca eran lo que “debían ser” según los teóricos y, poco a poco, solo dejé de intentarlo. Aun así, extrañaba escribir, extrañaba agarrar mis pensamientos y amasarlos, cortarlos, hacerlos más grandes o pequeños, —dependiendo de las frases en que los quisiera meter—, y dejar que los textos se me desbordaran del cuerpo solos, como había sido toda la vida. En ese tiempo, sentía que las palabras me rebotaban en la cabeza, tratando de salir y, aunque trataba por todos los medios de mantenerlas dentro, algunas lograban escabullirse a través de mis cabellos y caían en mis cuadernos, colándose entre lo que decían Adorno y Horkheimer sobre lo que debe ser la literatura; así, algunos fragmentos de poemas y comienzos de nuevas historias que nunca continué se quedaron instalados en los márgenes de mis apuntes.

Ahora me doy cuenta de que eran gritos de auxilio de esa parte de mí que le encantaba escribir, era su agonía convertida en la esperanza de ser escuchada. También me alejé de los refugios, los espejos y las naves espaciales, me preocupaba no tener “buen gusto” siendo la literata que estaba destinada a ser. El tiempo pasó y me alejé de ese mundo. Egresé hace dos años de la carrera y poco a poco voy sintiendo que las palabras se agolpan unas con otras en mi interior, quieren salir a toda costa. En las noches de lluvia, se me desbordan los ojos de ellas y salen en forma de lágrimas incontenibles; a veces quieren salir por mi boca, pero son tantas que siento que me ahogo; algunas ocasiones se me salen de los dedos y me pongo a escribir, pero yo ya he perdido tanto la práctica, que se me caen y terminan siendo un discurso desordenado, sin pies ni cabeza; cuando eso pasa, las tengo que recoger con pedacitos de cordura y aunque la mayoría de las veces, no las sé situar en el lugar perfecto pero ya eso me tiene sin cuidado.

Me doy cuenta de que no le debo perfección a nadie, ni en mis gustos, ni en mis textos, mucho menos a un grupo de señores (que ni siquiera conozco) que dictan las convenciones literarias. He vuelto a crearme refugios hechos de páginas y he reencontrado mi reflejo en las palabras que alguien más escribió, poco a poco, también he vuelto a subirme en naves espaciales, aunque en ellas no haya ningún galardón por ser la gran obra literaria. Probablemente mis escritos tampoco son buenos, podrían ser incluso de mal gusto, pero aquí estoy, leo y escribo y eso es lo único que importa.


Hola, te presento al amor de tú vida

Hola, te presento al amor de tú vida

Ilse Arlett Ibañez

 

Me gustaría empezar por cuestionarte si, ¿al día de hoy sientes que ya  conociste o encontraste al amor de tú vida?, piensa bien lo que vas a responder, cuestiónate incluso dos veces antes de responder un sí o un no, tomate tú tiempo...

Lista.... Si tu respuesta fue un SI ¡Felicidades! Lo has entendido todo.

Si tu respuesta fue un NO, no te preocupes hoy lo vas a conocer...

Espera, deja de voltear para ver si aparece alguien detrás de ti, sinceramente desearía que no estés esperando un hombre porque no, discúlpame, pero ¡No! jaja, no voy a sacarte un macho alfa, lomo plateado, pelo en pecho, barba de leñador de una caja de regalo.

Voy a presentarte al que deberías considerar el amor de tu vida, ese que ha estado contigo desde el día uno de tu existencia hasta hoy y que quizás no sabías que existía, me imagino que aún sigues sin saber de quién te hablo, toma el espejo y dile ¡hola! al amor más grande y puro que vas a conocer, ¡SÍ el amor de tu vida eres TÚ!

Puedo apostar que tanto tú como yo hemos vivido “engañadas” durante casi toda nuestra vida, Disney nos han hecho creer que el amor de nuestra vida debe ser un hombre guapo, fornido, ojiverde o un moreno sensual, hemos crecido con la idea de que el amor verdadero lo deberíamos encontrar en alguien más y no precisamente en nosotras mismas, nos han vendido la idea del corazón rojo el 14 de feb con el típico juntos por siempre, desde pequeñas nos han hecho creer que decirle TE AMO a alguien más sería experimentar el verdadero amor (en especial si se trata de una pareja); pero si me permites contarte, a mí en lo personal nunca me hablaron del te amo que debería decir todas las mañanas frente al espejo, de ese que debería entregar sin condición a ese ser que día a día se encuentra en una lucha constante por lograr la perfección, porque si bien es cierto y no me dejaras mentir desde niñas nos hacen competir con la niña de la clase para ver a qué mamá le salió mejor el peinado hoy, desde niñas nos vamos disputando ser la más bonita del salón, desde pequeñas nos encontramos en la inalcanzable lucha de lograr encajar en el grupo de las “populares” y conforme vamos creciendo la búsqueda constante por lograr la perfección se vuelve cada vez mayor hasta que lo convertimos en un reto. En un reto de 30 días en los que paso matándome con tacos de lechuga para poder lucir ideal en el verano con ese vestido que me compré en las rebajas pasadas y en el que me prometí que iba a entrar a como dé lugar.

¡Mamá, Papá! si tan sólo me hubieran hablado un poco de este otro tipo de amor posiblemente ahorita estaría disfrutando de éste cupcake sin temor a recuperar las calorías que perdí hoy en esa hora de spinn, quizás hoy le vendería a mis amigas la idea de que las “gordibuenas” también estamos de moda, probablemente no me daría pena subir a instragam el selfie que preferí guardar sólo para mí, tal vez hoy, cuando me desperté y me mire al espejo, en lugar de autocriticarme por el grano inmenso que me salió o por el pinche rizo que no se me aplaco me hubiera alegrado porque estoy aquí dispuesta a romperla otra cosa sería, por el sólo hecho de existir, porque VIVO, porque respiro, porque tengo dos manos, dos piernas, porque amanecí perfectamente imperfecta, porque aún sin maquillaje me sigo viendo linda para mí.

No sé si ya te habían hablado de este tipo de amor, no sé si ya habías experimentado la sensación de verte al espejo y decirte ¡wey!, ¡que pinche chula estás!, al carajo los estereotipos, al carajo las modelos de revista, (recuerda que no somos feas, sólo nacimos pobres). Es momento de mandar a volar todo aquello que no necesitas, todo eso que te hace mal, elimina de tu facebook a tu ex compañera que ahora es edecán de telcel y se cree que por tener 300 likes enseñando medio pecho es la más bonita de la generación, que te valga si tienes una talla más o una talla menos, que te importe un carajo si vas alineada o desalineada, que no te importe si aún después de 100 sentadillas diarias no tienes el culo de Kardashian, hazte un detox pero no de jugos verdes, desintoxícate de todo aquello negativo que te impida verte bonita y exitosa en lo que haces. Repítete una y cien veces me amo pero sobre todo, me acepto así con estos kilos de más, así con el grano espantoso que me salió, así con la uniceja que papá me heredo, párate frente al espejo y dile a lo que ves me gusto así como soy, con estas carnes que tengo demás para que tengan de dónde agarrar, me fascina como me va el cabello hoy, me gusto así con ese lunar que me hace tan peculiar, así sin manicure, así sin maquillar, así tal cual soy.

Me amo hoy y prometo hacerlo todos los días, porque me gusta lo que veo frente a mí, porque a pesar de todas aquellas etiquetas con las que he tenido que crecer me di cuenta que a nadie le voy a gustar más que a mí misma, nadie me aceptara mejor que yo en cualquiera de mis facetas aún incluso en esas en las que parece que ni yo misma me soporto, porque esa soy yo, y es de quien debo enamorarme. Dejemos de buscar el amor de nuestras vidas en alguien más, busca quién te complemente, pero reencuéntrate una y otra vez contigo misma, amate sin miedos, amate con la misma intensidad con la que crees que vas a amar a ese alguien más.

¡Amate chingao!, enamórate de esa persona que tienes frente a ti una y otra vez porque déjame decirte que Sí, efectivamente eres el amor más puro que vas a conocer, mírate al espejo una vez más y dile “Hola, al amor de tú vida”.


Duerme en el grillo

Duerme en el grillo

María Itzel Mena

 

El reflejo de la bandera parece dormir al fondo del agua, arrullado por los sonidos de las trompetas que entonan el himno nacional.

Las cámaras de prensa roban imágenes a los jóvenes buzos convocados por el parque a limpiar el lago. Veinte voluntarios, ninguno mayor a los dieciocho años, se sumergen en las aguas, que yacen ahí desde que en mil ochocientos noventa y ocho se vaciaron en el inmenso estanque bajo el gobierno de Porfirio Díaz, entre rincones y ahuehuetes, jardín de reposo y poesía de Moctezuma y Nezahualcóyotl; casa de emperadores y presidentes.

Hace frío. Los chicos se separan en parejas, cautelosos ante lo que puedan encontrar. Está oscuro; Gerardo mientras cala, piensa en el tibio mar Caribe, en los arrecifes de peces que contrastan con el agua verde y sucia en que nada. Farid, que bucea a su lado, le muestra una lancha oxidada que entre los dos jalan a la superficie, y después de un par de horas, está repleta de desperdicios: pelotas, botellas, envolturas y ceintos de colillas de cigarro. Se termina el oxígeno, y salen a cambiar los tanques. Toman agua. Farid se quita el traje de neopreno con los huesos penetrados de frío; Gerardo tirita y pide otro tanque. Su amigo lo mira con desgano.

-Quiero sacar la caja que vimos al principio.

-Olvídalo, es imposible… debe tener años enterrada. Si no logramos hacerlo juntos, menos podrás hacerlo solo.

-Llevo herramienta. Si te aburres, me alcanzas.

Se tira de nuevo y va directo a la caja. El cincel y martillo son de gran utilidad. No avanza con rapidez, pero tiene paciencia, cuando logra liberarla, está casi sin aire, se acerca a la orilla y se acuesta junto a un árbol. Se retira el equipo, observa con detenimiento lo que parece un veliz de piel enlamada. Toma de nuevo el cincel y pega con el martillo. Se abre. Observa. El aire frío se mezcla con el sudor que corre por su frente. Tiene miedo. Empuja la maleta con el pie. Sale agua, se hinca y su contenido se presenta ante él como un tesoro de la época de Barbarota: un reloj inservible; ahogadas dentro de una caja, fotos sin imágenes, cartas ilegibles, pedazos de papel que se deshacen al contacto con sus manos. Una virgen de porcelana desgastada por el salitre, un huevo de Fabergés, un Cristo de plata que agradece lo haya salvado de la asfixia, y una urna cerrada herméticamente, la cual abre con movimientos ágiles. Encuentra cenizas y una pequeña bolsa bordada, que, impregnada con el polvo gris, contiene, además, algunas fotos fechadas en los años veintes y un sobre cerrado. Es pasado el mediodía, el sol calienta. Gerardo está helado.

La vasija tiene un nombre, Miguel. Son sus cenizas. Las fotos color sepia le dan cara a la muerte. Miguel de lado, Miguel con una mujer, Miguel de frente. Enterrado; en la bolsa de plástico, en la urna, en la maleta, en el lago.

Rasga el sobre. Desdobla el papel amarillo por el tiempo, regresa a otra década, mientras lee la tinta negra que resalta en un papel delgado y fino:

Te fuiste. Te fuiste y me dejaste. No me diste oportunidad de darme cuenta que tu falta me iba a dejar sin ti, sin nosotros. Y ya es tiempo de que te vayas y yo te deje. Han pasado tantas cosas desde que no estás. Insisto en que es hora de dejarte ir, porque pronto también y me marcharé y quiero alcanzare. Te lloré, un día te prometí que cuando murieras no lo haría pero lloré y lloré. Vino a verme el maestro Posadas, hizo una cruz de cenizas en el lugar donde te encontré muerto, y juntos alzamos una ofrenda para ti, aunque no era Noviembre. Ahí estabas, a caballo, seguro esperando que tu alma saliera del purgatorio, porque te amo, pero se que no eras santo. Prendí cirios morados, aunque el duelo lo llevo por dentro, y puse bien orientados los cirios de cruz para asegurarme que encontraras fácil el camino a casa; el aguamanil, el jabón y la toalla, dudé en ponerlos, porque tenía la esperanza de que de veras regresaras y te limpiaras en el lavabo de la casa, aquí junto a mi, donde en la mañana me dabas besos. Saqué de entre las cajas de la covacha, la jarrita de tu abuela para ponerte agua, y Diego te compró el mezcal que tanto alababas, pero ni así te apareciste de a de veras, sólo en sueños, y en los sueños no podía gritarte el coraje que me daba que no estuvieras. ¿No te diste cuenta del copal que prendí en la entrada para alejar a los malos espíritus y el coloqué cempasúchil que adornó toda la casa? José Guadalupe hizo un grabado de calaveras bailando, y vinieron Tina y Clemente a traerte comida. En ese rato alumbré la casa con velas, que se fueron apagando, Miguel, y desde entonces, no tengo luz.

Luego vino Vasconcelos despedirse de ti. Como le gustó tu ofrenda. Me pidió que trabajara con él para hacer del día de muertos una tradición nacionalista, con aspectos indígenas para darle un sentido de identidad. Le expliqué lo que tu me contaste, que la tradición indígena es un telar del culto prehispánico y el catolicismo popular del Mediterráneo, y que de ellos tomaba o la idea de que el mundo de los vivos y los muertos están comunicados, y que ésta era tu fiesta y no sabía si podía hacerla para los demás. Pero todos me ayudaron Miguel, tus amigos aristócratas, los artistas y los intelectuales, y hoy en cada colegio, museo y casa de la cultura, se levanta la ofrenda de muertos, y también les ponen papel picado, calaveras de azúcar, y de rimas, porque a los chistes de la muerte ahora les dicen calaveras. Entonces tu ausencia sirvió de algo. Aunque no a mi Miguel, porque te extraño todos los días desde que me levanto.

Han pasado tantas cosas desde que no estás. Hubo un terremoto en Tokio, a Einstein le dieron el premio Nóbel, y un señor Lindbergh voló en un avioncito de Paris a Nueva York, cruzó el atlántico sin escalas. ¿Y tú viaje cómo fue Miguel? ¿Tocaste la otra orilla? En España hubo una guerra civil, un loco alemán persigue judíos y cuentan historias terribles de lo que les hace. El año pasado, el presidente, que se llama Lázaro Cárdenas, nacionalizó el petróleo, abrió las puertas del castillo de Chapultepec, y no vive en él. Ahora es un museo y el jardín un parque; hoy ahí te llevo, para dejar que descanses por siempre en ese lugar que tanto te gustaba, como emperador de tu propio reino. Hasta que nos encontremos de nuevo

Farid vio acercarse a su amigo cansado cargando el tanque, y se carcajeó.

-¿De plano no pudiste?

-Lo que encontré, pertenecía al lago.

En la mano izquierda, empuñaba el crucifijo, que al contacto con su piel, dejaba libre correr por sus pulmones, aire.